SAN FRANCISCO

 

Hola Hermanos!

nueva Comisión entrante del MFC en la diocesis de San Francisco. Dios bendiga a todos sus nuevos integrantes como asi también a quienes abandonaron el cargo trás seis años.

 

Silvia y Sergio Bizzarri

DDZZ

Zona Centro


NUEVA CDD EN SAN FRANCISCO

 

Queridos Hermanos en Cristo Jesús: les contamos con gran alegría que el jueves 26 de noviembre se realizóla Asamblea de Renovación de Autoridades, en la Casa Diocesana de San Francisco. 

Se contó con la presencia de 11 matrimonios y dos sacerdotes (Asesor y Vice asesor confirmados por el Obispo Diocesano).

Después de la invocación al Espíritu Santo y breves palabras de la comisión saliente. Se realizó en un clima alegre y ameno, el recuento de los votos conformándose la nueva comisión diocesana.

Deseamos que el Señor los acompañe en la hermosa y ardua tarea de fortalecer los grupos existentes y lograr el crecimiento del MFC en la diócesis.

Saludos a todos en la Sagrada Familia de Nazareth.

 

Adriana y Daniel Vedelago.

Delegados Zonales.



ENCUENTRO ZONAL - ZONA CENTRO

Queridos Hermanos en Cristo Jesús: les contamos que el 28 de agosto de 2016, se llevó a cabo en la ciudad de Arroyito el Encuentro Zonal de la zona Centro.

El mismo dio inicio con la celebración de la Santa Misa  en la Iglesia San José de esta ciudad. Posteriormente los presentes se dirigieron al salón parroquial de la Iglesia Nuestra Sra. de la Merced en donde se llevó a cabo dicho encuentro.

Se contó con una nutrida participación de matrimonios de todas las diócesis (aproximadamente veinticinco), como así también del Asesor y Vice Asesor diocesanos de la Diocesis anfitriona (Padre Gabriel Camusso y Padre Marcelo Cereda).

 

Queremos agradecer la participación de los  Presidentes Nacionales (Coqui y Jorge Delfino) y uno de los  Matrimonios encargado de los Secretariados y Servicios a nivel nacional (Mónica y Hugo Aguero).

Las exposiciones estuvieron a cargo del Asesor Padre Gabriel Camusso, y de los matrimonios de la CDN.

A mediodia la parroquia anfitriona sirvio un almuerzo que al igual que toda la jornada se desarrolló en un hermoso marco de camaraderia.

Aproximadamente las 17.00 hs se dio por finalizada la jornada.

Queremos por este medio agradecer a todos los participantes por su presencia, y muy especialmente a quienes vinieron de otras provincias.

 

Saludos cordiales.

Silvia y Sergio Bizzarri.(presidentes San Francisco)

 

AMORIS LAETITIA. COMO NOS INTERPELA EN CLAVE MFC.

 

La Exhortación Apostólica post sinodal sobre “La alegría del amor”, AMORIS LAETITIA, (A L), es el resultado del gran movimiento de reflexión mundial propulsado por el Papa Francisco al consultar a todo el Pueblo de Dios sobre el estado actual de la familia y trabajado en el Sínodo Extraordinario de Obispos del 2014 y en el Sínodo Ordinario del 2015.

Impresiona por su amplitud, por lo profundo y por lo sencillo de su lectura, Francisco recomendó leerla despacio, rumiarla, meditarla.

En el comienzo nos dice “que a pesar de las numerosas señales de crisis matrimoniales el deseo de familia permanece vivo y esto motiva a la Iglesia”

Tiene un sentido especial en el contexto del Año de la Misericordia. Es una propuesta para las familias cristianas al estimularlas a valorar los dones del matrimonio y la familia, sosteniendo un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso y la paciencia.

Nos estimula para ser signo de misericordia y cercanía donde la vida familiar no se desarrolla con paz y gozo.

Vuelve reafirmar lo expresado en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, pero ahora aplicado a la familia, para avanzar en la construcción de la misma, los cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de todo quehacer humano: el tiempo (la plenitud) es superior al espacio (el límite), la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea y el todo es superior a la parte.

Cabe a las familias cristianas y a los agentes pastorales hacer un esfuerzo responsable y generoso presentando las razones y motivaciones para optar por el matrimonio y la familia para que las personas estén dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece.

No se puede pensar que debilitando a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio favorezca a la sociedad toda.

Hay que reconocer la gran variedad de situaciones familiares pero las uniones entre personas del mismo sexo no pueden equipararse al matrimonio.

Se refuerza que no todas las cuestiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervención del Magisterio. Tienen que ser necesariamente inculturadas si se quiere que sean observadas y aplicadas.

Afirma que las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad.

Es imperioso que expresemos con entusiasmo la alegría de vivir en familia.

Se nos pide que no nos acostumbremos a que “nada se puede hacer” Francisco nos insta a acercarnos a todo tipo de familia, a todas las miserias humanas, nos pide que seamos una iglesia de puertas para afuera, una iglesia que por salir y caminar, se accidente.

Cabe preguntarnos: cómo MFC afrontamos éstos desafíos?

Tenemos claro que el matrimonio es una vocación?

Como decía Monseñor Gatti “somos expertos en familia”

Hay muchas familias que necesitan de nosotros, empezando por las nuestras, familias que afrontan la vida, igual que nosotros.

La Biblia está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares y a partir de este dato se puede meditar que la familia no es un ideal abstracto sino un trabajo artesanal que se expresa con ternura, la palabra de Dios es una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor y les muestra la meta del camino.

Sin escuchar la realidad, sin cierta autocrítica de una presentación no adecuada de una realidad matrimonial y familiar no es posible comprender las exigencias del presente ni los llamados del Espíritu.

El Papa insiste que es necesario dar espacio a la formación de la conciencia de los fieles. Jesús proponía un ideal exigente pero jamás perdía la cercana compasión con las personas más frágiles. Cristo está en el necesitado.

Hoy Francisco nos pide que vayamos a las periferias.

Como MFC, nos acercamos a todas las familias, escuchando, acompañando, ayudando a discernir y a integrarlas a la Iglesia?

También nos dice que: “la misericordia de Dios no tiene límites si nos dirigimos a Él con un corazón sincero y contrito, la cuestión para quienes no creen en Dios es la de obedecer su propia conciencia”.

Dentro de este mundo que nos toca vivir y del cual todos somos capaces de dar un diagnóstico de la situación familiar, en la que abundan las situaciones imperfectas, de lo hay que cambiar, enumerar las cosas que están mal, que nos hieren, que nos desvelan, a pesar del poco entusiasmo, el acostumbramiento, la identificación difusa y la tibia evangelización, los cristianos estamos llamados a “ser testigos de la esperanza y no profetas de calamidades”.

Hoy no debemos esperar que las respuestas vengan de “afuera” que algún “personaje iluminado de turno” dé las soluciones a nuestros problemas, personales y sociales, estamos impelidos por el envío evangélico, que es necesario reavivar, a producir nosotros el cambio en la sociedad actual.

Se nos pide total coherencia entre lo que decimos creer y lo que hacemos, en todos los ámbitos que nos toca desenvolvernos, seamos cristianos a tiempo completo.

De esa coherencia surge la autoridad para hablar, suscitar la curiosidad en los que nos rodean, y que nos señalen como “diferentes”, en el sentido de no pertenecer a “la masa a donde van todos”, sino ser nadadores “contra corriente”, como nos repite Francisco, constituyéndonos en interlocutores válidos como promotores del cambio.

Este “cambio” se va producir en tanto y cuanto nos demos cuenta que “somos” la levadura y la sal de la que nos habla Jesús, y fundamentalmente, haciendo un examen profundo de conciencia para darnos cuenta donde estamos, para darnos cuenta donde Jesús nos pide que estemos, teniendo en cuenta que somos instrumentos y adherir a Su proyecto, como consecuencia de un proceso de conversión.

Este proceso, es un camino a recorrer por todos, en algún momento, distinto para cada uno, se producirá ese “ya no soy yo quien vive sino el Señor es quien vive en mí” de san Pablo.

Dentro de este proceso nada debe ser sobreentendido, todo debe ser explicitado, como dice el Papa en la Evangelii Gaudium.

Las verdades doctrinales de la Iglesia respecto al matrimonio no han cambiado y frente a la realidad familiar actual, cabe la recepción misericordiosa de la misma con criterio inclusivo de Madre.

El Papa insiste en forma fuerte y decidida sobre el hecho que en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo, esa combinación de alegrías y fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres es precisamente el matrimonio.

La transformación del amor por la prolongación de la vida hace que se siga el proyecto común y estable hasta el final.

La AL no toma en consideración la familia mononuclear porque es consciente de la familia como amplia red de relaciones, familia en sentido amplio con la presencia de tíos, primos, parientes de parientes, amigos.

Se confirma que acorde a las enseñanzas de San Juan Pablo II y el Papa Francisco las familias son sujeto y no solamente objeto de evangelización.

Francisco señala que a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de las familias. Requiere que las mismas familias se involucren en la formación al ministerio.

Como MFC tenemos todos los medios para hacerlo y debemos ofrecerlos.

Así mismo el Papa afronta el tema de guiar a los novios en el camino de la preparación al matrimonio y de acompañar a los esposos en los primeros años de vida matrimonial, también encara el acompañamiento de las personas abandonadas, separadas, divorciadas y viudas.

Como MFC tenemos material para iluminar estas realidades y acompañarlas.

Se recalca la importancia de la familia como primera educadora de los hijos, en su formación ética, sexual y en la transmisión de la fe, se hace hincapié en la atención a la gradualidad y a los pequeños pasos que puedan ser comprendidos, aceptados y valorados. Lo importante es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía.

El hogar debe seguir siendo el lugar donde se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo.

Rezar no significa salir de la historia para mi propia felicidad, tiene una proyección fraternal, rezar en familia nos une ante Dios. Como dijo San Juan Pablo II “Familia que reza unida permanece unida”.

Frente a las situaciones familiares que no responden a lo que el Señor propone, volvemos a repetir: el Papa nos dice: acompañar, discernir e integrar la fragilidad. Es una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral para afrontar situaciones de fragilidad complejas e irregulares.

Recalca la necesaria gradualidad de lo pastoral, las normas y circunstancias atenuantes.

Se trata de integrar a todos, se debe de ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial para que se sienta objeto de la misericordia de Dios incondicional y gratuita.

Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos que son lo más importante.

Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal más pleno ni proponer menos de lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas.

Este es el objetivo principal del MFC.

Acorde a la diversidad de las situaciones familiares concretas sólo cabe un nuevo aliento al discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, puesto que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas. Los presbíteros tienen la tarea de acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia y las orientaciones del Obispo.

Francisco afirma con fuerza que a veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios, ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio.

Es insistente el llamado de nuestros pastores a reafirmar lo recibido en el bautismo, a volver a tomar conciencia, si el acostumbramiento o la cotidianidad con las cosas de Dios, nos hace perder la perspectiva y lo extraordinario de la relación con El, haciéndola imperceptible.

Al finalizar la AL, hace referencia a la espiritualidad matrimonial y familiar, el Padre Richards profético en sus ideas referidas a esta realidad nos reiteró tantas veces en sus enseñanzas “no hay espiritualidad conyugal sin apostolado familiar ni apostolado familiar sin espiritualidad conyugal”.

Toda la vida de la familia es un pastoreo misericordioso, cada uno, con cuidado pinta y escribe en la vida del otro. Es una honda experiencia espiritual contemplar al ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él.

Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites y cada familia debe vivir en este estímulo constante.

“Caminemos familia sigamos caminando” no desesperemos por nuestros límites pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido.

 

Como comentario final la AL quiere confirmar con fuerza no el ideal de la familia, sino su realidad rica y compleja. Hay en sus páginas una mirada abierta, profundamente positiva, que se nutre no de abstracciones o proyecciones ideales, sino de una atención pastoral a la realidad. Es una lectura densa de sugerencias espirituales y de sabiduría práctica, útil a cada pareja humana o a personas que desean construir una familia. Se ve que es fruto de una experiencia concreta con personas que saben por experiencia que es la familia y el vivir juntos por muchos años. La Exhortación habla de hecho el lenguaje de la experiencia.

 

Concluye con una oración a la Sagrada Familia de Nazareth.

 Coqui y Jorge Delfino.

AMORIS LAETITIA. COMO NOS INTERPELA EN CLAVE MFC.

 

La Exhortación Apostólica post sinodal sobre “La alegría del amor”, AMORIS LAETITIA, (A L), es el resultado del gran movimiento de reflexión mundial propulsado por el Papa Francisco al consultar a todo el Pueblo de Dios sobre el estado actual de la familia y trabajado en el Sínodo Extraordinario de Obispos del 2014 y en el Sínodo Ordinario del 2015.

Impresiona por su amplitud, por lo profundo y por lo sencillo de su lectura, Francisco recomendó leerla despacio, rumiarla, meditarla.

En el comienzo nos dice “que a pesar de las numerosas señales de crisis matrimoniales el deseo de familia permanece vivo y esto motiva a la Iglesia”

Tiene un sentido especial en el contexto del Año de la Misericordia. Es una propuesta para las familias cristianas al estimularlas a valorar los dones del matrimonio y la familia, sosteniendo un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso y la paciencia.

Nos estimula para ser signo de misericordia y cercanía donde la vida familiar no se desarrolla con paz y gozo.

Vuelve reafirmar lo expresado en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, pero ahora aplicado a la familia, para avanzar en la construcción de la misma, los cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de todo quehacer humano: el tiempo (la plenitud) es superior al espacio (el límite), la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea y el todo es superior a la parte.

Cabe a las familias cristianas y a los agentes pastorales hacer un esfuerzo responsable y generoso presentando las razones y motivaciones para optar por el matrimonio y la familia para que las personas estén dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece.

No se puede pensar que debilitando a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio favorezca a la sociedad toda.

Hay que reconocer la gran variedad de situaciones familiares pero las uniones entre personas del mismo sexo no pueden equipararse al matrimonio.

Se refuerza que no todas las cuestiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervención del Magisterio. Tienen que ser necesariamente inculturadas si se quiere que sean observadas y aplicadas.

Afirma que las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad.

Es imperioso que expresemos con entusiasmo la alegría de vivir en familia.

Se nos pide que no nos acostumbremos a que “nada se puede hacer” Francisco nos insta a acercarnos a todo tipo de familia, a todas las miserias humanas, nos pide que seamos una iglesia de puertas para afuera, una iglesia que por salir y caminar, se accidente.

Cabe preguntarnos: cómo MFC afrontamos éstos desafíos?

Tenemos claro que el matrimonio es una vocación?

Como decía Monseñor Gatti “somos expertos en familia”

Hay muchas familias que necesitan de nosotros, empezando por las nuestras, familias que afrontan la vida, igual que nosotros.

La Biblia está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares y a partir de este dato se puede meditar que la familia no es un ideal abstracto sino un trabajo artesanal que se expresa con ternura, la palabra de Dios es una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor y les muestra la meta del camino.

Sin escuchar la realidad, sin cierta autocrítica de una presentación no adecuada de una realidad matrimonial y familiar no es posible comprender las exigencias del presente ni los llamados del Espíritu.

El Papa insiste que es necesario dar espacio a la formación de la conciencia de los fieles. Jesús proponía un ideal exigente pero jamás perdía la cercana compasión con las personas más frágiles. Cristo está en el necesitado.

Hoy Francisco nos pide que vayamos a las periferias.

Como MFC, nos acercamos a todas las familias, escuchando, acompañando, ayudando a discernir y a integrarlas a la Iglesia?

También nos dice que: “la misericordia de Dios no tiene límites si nos dirigimos a Él con un corazón sincero y contrito, la cuestión para quienes no creen en Dios es la de obedecer su propia conciencia”.

Dentro de este mundo que nos toca vivir y del cual todos somos capaces de dar un diagnóstico de la situación familiar, en la que abundan las situaciones imperfectas, de lo hay que cambiar, enumerar las cosas que están mal, que nos hieren, que nos desvelan, a pesar del poco entusiasmo, el acostumbramiento, la identificación difusa y la tibia evangelización, los cristianos estamos llamados a “ser testigos de la esperanza y no profetas de calamidades”.

Hoy no debemos esperar que las respuestas vengan de “afuera” que algún “personaje iluminado de turno” dé las soluciones a nuestros problemas, personales y sociales, estamos impelidos por el envío evangélico, que es necesario reavivar, a producir nosotros el cambio en la sociedad actual.

Se nos pide total coherencia entre lo que decimos creer y lo que hacemos, en todos los ámbitos que nos toca desenvolvernos, seamos cristianos a tiempo completo.

De esa coherencia surge la autoridad para hablar, suscitar la curiosidad en los que nos rodean, y que nos señalen como “diferentes”, en el sentido de no pertenecer a “la masa a donde van todos”, sino ser nadadores “contra corriente”, como nos repite Francisco, constituyéndonos en interlocutores válidos como promotores del cambio.

Este “cambio” se va producir en tanto y cuanto nos demos cuenta que “somos” la levadura y la sal de la que nos habla Jesús, y fundamentalmente, haciendo un examen profundo de conciencia para darnos cuenta donde estamos, para darnos cuenta donde Jesús nos pide que estemos, teniendo en cuenta que somos instrumentos y adherir a Su proyecto, como consecuencia de un proceso de conversión.

Este proceso, es un camino a recorrer por todos, en algún momento, distinto para cada uno, se producirá ese “ya no soy yo quien vive sino el Señor es quien vive en mí” de san Pablo.

Dentro de este proceso nada debe ser sobreentendido, todo debe ser explicitado, como dice el Papa en la Evangelii Gaudium.

Las verdades doctrinales de la Iglesia respecto al matrimonio no han cambiado y frente a la realidad familiar actual, cabe la recepción misericordiosa de la misma con criterio inclusivo de Madre.

El Papa insiste en forma fuerte y decidida sobre el hecho que en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo, esa combinación de alegrías y fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres es precisamente el matrimonio.

La transformación del amor por la prolongación de la vida hace que se siga el proyecto común y estable hasta el final.

La AL no toma en consideración la familia mononuclear porque es consciente de la familia como amplia red de relaciones, familia en sentido amplio con la presencia de tíos, primos, parientes de parientes, amigos.

Se confirma que acorde a las enseñanzas de San Juan Pablo II y el Papa Francisco las familias son sujeto y no solamente objeto de evangelización.

Francisco señala que a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de las familias. Requiere que las mismas familias se involucren en la formación al ministerio.

Como MFC tenemos todos los medios para hacerlo y debemos ofrecerlos.

Así mismo el Papa afronta el tema de guiar a los novios en el camino de la preparación al matrimonio y de acompañar a los esposos en los primeros años de vida matrimonial, también encara el acompañamiento de las personas abandonadas, separadas, divorciadas y viudas.

Como MFC tenemos material para iluminar estas realidades y acompañarlas.

Se recalca la importancia de la familia como primera educadora de los hijos, en su formación ética, sexual y en la transmisión de la fe, se hace hincapié en la atención a la gradualidad y a los pequeños pasos que puedan ser comprendidos, aceptados y valorados. Lo importante es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía.

El hogar debe seguir siendo el lugar donde se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo.

Rezar no significa salir de la historia para mi propia felicidad, tiene una proyección fraternal, rezar en familia nos une ante Dios. Como dijo San Juan Pablo II “Familia que reza unida permanece unida”.

Frente a las situaciones familiares que no responden a lo que el Señor propone, volvemos a repetir: el Papa nos dice: acompañar, discernir e integrar la fragilidad. Es una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral para afrontar situaciones de fragilidad complejas e irregulares.

Recalca la necesaria gradualidad de lo pastoral, las normas y circunstancias atenuantes.

Se trata de integrar a todos, se debe de ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial para que se sienta objeto de la misericordia de Dios incondicional y gratuita.

Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos que son lo más importante.

Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal más pleno ni proponer menos de lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas.

Este es el objetivo principal del MFC.

Acorde a la diversidad de las situaciones familiares concretas sólo cabe un nuevo aliento al discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, puesto que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas. Los presbíteros tienen la tarea de acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia y las orientaciones del Obispo.

Francisco afirma con fuerza que a veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios, ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio.

Es insistente el llamado de nuestros pastores a reafirmar lo recibido en el bautismo, a volver a tomar conciencia, si el acostumbramiento o la cotidianidad con las cosas de Dios, nos hace perder la perspectiva y lo extraordinario de la relación con El, haciéndola imperceptible.

Al finalizar la AL, hace referencia a la espiritualidad matrimonial y familiar, el Padre Richards profético en sus ideas referidas a esta realidad nos reiteró tantas veces en sus enseñanzas “no hay espiritualidad conyugal sin apostolado familiar ni apostolado familiar sin espiritualidad conyugal”.

Toda la vida de la familia es un pastoreo misericordioso, cada uno, con cuidado pinta y escribe en la vida del otro. Es una honda experiencia espiritual contemplar al ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él.

Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites y cada familia debe vivir en este estímulo constante.

“Caminemos familia sigamos caminando” no desesperemos por nuestros límites pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido.

 

Como comentario final la AL quiere confirmar con fuerza no el ideal de la familia, sino su realidad rica y compleja. Hay en sus páginas una mirada abierta, profundamente positiva, que se nutre no de abstracciones o proyecciones ideales, sino de una atención pastoral a la realidad. Es una lectura densa de sugerencias espirituales y de sabiduría práctica, útil a cada pareja humana o a personas que desean construir una familia. Se ve que es fruto de una experiencia concreta con personas que saben por experiencia que es la familia y el vivir juntos por muchos años. La Exhortación habla de hecho el lenguaje de la experiencia.

 

Concluye con una oración a la Sagrada Familia de Nazareth.

 Coqui y Jorge Delfino.